La Educación Infantil
Cuando Selma Simonstein Fuentes, Presidenta de OMEP Chile y yo estuvimos en Lima participando en la Reunión regional ministerial “Educación para Todos en América Latina y el Caribe: Balance y Desafíos Post-2015 en octubre de 2014, logramos incidir por la inclusión un gran cambio de perspectiva de la Declaración de Lima si se compara con el borrador original y con el Acuerdo de Mascate (Sultanato de Omán, 12-14 de mayo de 2014).
El Sr. Jorge Sequeira, Director de la Oficina UNESCO Santiago, organizador del evento, nos ofreció la oportunidad de intervenir y así pudimos proponer (sólo en tres minutos!) una mejora en la definición sobre educación de la primera infancia propuesta que superara la usual visión estrecha que la considera simplemente como preparación para los futuros aprendizajes en la educación básica. (Véase el punto 12 de la Declaración del Ministerio Lima )
En mi calidad de representante de la OMEP sugerí el reconocimiento de la educación inicial como una etapa con sentido en si misma que posee una doble finalidad: la promoción del desarrollo personal y social y la "alfabetización cultural", lo que garantiza la igualdad de derechos, la inclusión social, el acceso y la calidad desde el nacimiento.
Debemos reconocer que la perspectiva, que acotada la educación infantil o inicial a la sola preparación para la escuela básica, es compartida en muchos documentos de la ONU y del Banco Mundial y que correlativamente se minimiza el sentido y la identidad de la educación infantil, definiendo a la enseñanza sólo como estimulación temprana.
América Latina es una región que, por suerte, se resiste a sostener este paradigma y se posiciona, no solamente en defensa de la educación como un derecho humano fundamental desde el nacimiento, sino también reconoce la fundamental importancia del derecho del niño al descanso, al esparcimiento, al juego, las actividades recreativas, la vida cultural y las artes (Art. 31 de la CDN).
